Opinión

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lunes, 5 de noviembre de 2012

La premonición de Elena

     La historia de hoy trata sobre una chica, Elena, estudiante de 2º de Bachillerato, a la cual le encantaba salir con sus amigos pero a la vez era muy responsable con sus estudios, ya que necesitaba obtener una nota alta en selectividad para estudiar medicina. Vivía con sus padres en una casa de dos plantas y una azotea en la que tenía varios animales, entre ellos un pequeño perro al que toda la familia le tenía mucho cariño.
     Un fin de semana del mes de febrero, sus padres deciden que van a ir al pueblo de sus abuelos maternos, sin embargo Elena les pidió quedarse en casa, ya que el siguiente lunes tenía un examen de física y se lo quería preparar muy bien. Intentaron convencerla para que les acompañara, pero la chica declinó ir pues sus abuelos la entretendrían contándole un sinfín de historias. Así tras una pequeña discusión, la joven consiguió su propósito y se quedó en casa en compañía de su Teddy su pequeño perro, de raza Yorkshire Terrier.
     La tarde fue muy tranquila entre libros y con un suave hilo musical de fondo, ella se sentía bien, tenía la sensación de que el examen le saldría perfecto y no le importaba para nada que ese "finde" no pudiera salir con sus amigos. Al llegar la noche tomó una cena ligera, y tras ver su serie favorita se fue a la cama, pensando que el día siguiente sería también duro, era muy exigente y todavía quedaba mucho por estudiar. Cerró los ojos e intentó desconectar de tantas cifras y fórmulas... estaba algo cansada, por lo que pronto se quedó dormida. Y junto a ella, el pequeño Teddy que dormía en la cestita al lado de la cama.
     El silencio de la noche fue interrumpido por un ladrido de su perro que salió corriendo hacia las escaleras de la casa, el animal ladraba una y otra vez a un lugar oscuro. De repente, sus ladridos cesaron. Elena en su habitación situada en la planta de arriba, recordando que estaba sola en aquella casa empezó a tener miedo y no sabía si llamar a su perro o bajar a ver que había ocurrido. Tapada con sus sábanas, escuchó pasos en la azotea y también ruidos en la cocina, como si alguien estuviera abriendo cajones. Cada vez tenía más miedo, por lo que pensó en llamar a la policía, pero cuando fue a coger su móvil se dio cuenta de que se lo había dejado abajo en la mesa donde había estado estudiando.
     En un arrebato de valentía, se levantó de la cama y llegó hasta las escaleras, llamando con una tímida voz a Teddy, pero cuando iba por el tercer escalón la puerta de su dormitorio cerró bruscamente y las luces que había encendido al bajar se apagaron. Estaba aterrada y no sabía qué hacer. Se encontraba  en medio de la escalera a oscuras y escuchaba ruidos extraños en las plantas de arriba y abajo. Cada vez se oían pasos más cerca, los muebles crujían...algo se acercaba a ella, lo presentía.
     Deslizándose sigilosamente, llegó hasta la planta de abajo, en busca del móvil para llamar a la policía, pues pensaba que algún ladrón había entrado en su casa, pero a oscuras era difícil y ningún interruptor de la luz funcionaba. Como pudo llegó a la mesa en donde había estado estudiando, pero allí no estaba el móvil. Las puertas  se abrían y se cerraban y en la cocina los platos cayeron al suelo rompiéndose en mil pedazos. Pensó en salir a la calle pero con el nerviosismo no llegaba a recordar dónde estaban sus llaves. Así que corrió a su habitación, subiendo escalones de 3 en 3 y apunto de rodar las escaleras. 
     Cuando llegó a la planta de arriba sintió como algo iba arrastrándose hacia ella pero no veía nada, sólo percibía que algo se le acercaba y la acorralaba. Intuía que allí había algo, y empezó a pensar que lo que estaba en su casa era mucho peor que un ladrón, era algo que no estaba vivo. El pánico era cada vez mayor y no podía ya ni gritar. Pudo llegar a un mueble donde recordó que había una linterna, la encendió y se dirigió a su habitación. De camino a la misma, había un cuarto de baño donde los grifos de abrieron, Elena se apresuró a cerrarlos ayudándose de la linterna, y lo que le pareció ver en el espejo la enmudeció. 
     Gateando prácticamente y sin fuerzas llegó a su dormitorio y cerró la puerta, poniendo un sillón delante para que nadie entrara. Se metió en la cama y se arropó. Pero la premonición que había tenido toda la noche cada vez era más real, algo estaba junto a ella en la cama, no podía verlo, pero si lo sentía. Se metió bajo las sábanas resignada y casi en estado de shock. 
     Al día siguiente, cuando regresaron sus padres se encontraron a la chica en la azotea de la casa, algo pálida. Intentaron preguntarle qué había ocurrido, pero ella no respondió. Elena no volvió a hablar,   aquella noche la dejó sin palabras para siempre.
   
     La premonición de Elena, por Manuel M.
     
     
   

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