Opinión

RECUERDA PUEDES SEGUIR ESTE BLOG TAMBIÉN A TRAVÉS DE TWITTER . SI TE GUSTA LEER Y OPINAR...¡SÍGUELO!.

lunes, 29 de octubre de 2012

La habitación de Daniel

     La presente historia se sitúa en la habitación de un extraño hospital, en el que Daniel y todos lo que se acerquen a la lectura de este relato sentirán angustia e incertidumbre. Pues bien, este chico era una persona normal, con vitalidad, un joven de 24 años que estudiaba ingeniería informática. Era un chico deportista y sano, que nunca había tenido ningún problema de salud grave. Por ello, le resultará de lo más extraño abrir los ojos y verse en la habitación de un Hospital.
     Como digo, Daniel abrió los ojos en aquel extraño lugar, era una habitación pequeña, poco iluminada, que no tenía nada que ver con su dormitorio, en el que creyó estar en un primer instante. Cuando se percató de la realidad, intentó levantarse de la cama, y se llevó una terrible sorpresa, estaba atado a la cama y en su brazo derecho tenía una vía con un gotero puesto. Intentó por varias veces levantarse, pero le resultó imposible.
     -¡¡¡ Socorroooo, socorrooo, que alguien me ayude, por favor!!!, gritó desconsoladamente, pero nadie aparecía por aquel lugar. Sólo un tic tac de un reloj que había en la pared sonaba una y otra vez en aquella habitación.
     Daniel miraba en aquel reloj cómo las horas pasaban lentas, no sabía qué pasaba, ni donde estaba, y se encontraba cansado a pesar de tener la sensación de haber estado durmiendo muchas horas. De repente, la puerta se abrió y una extraña mujer accedió con un carrito en el que llevaba cosas que Daniel desde su cama no alcanzaba a ver.
     - Soltadme, ¿quiénes sois? ¿qué me pasa?, preguntó una y otra vez. Pero aquella mujer vestida de blanco, a la que Daniel no alcanzaba a ver el rostro, parecía hacer caso omiso a todo lo que aquel chico le decía. 
     -¿Pero no me oyes? ¿Estás sorda?, ¡te estoy preguntando!, le dijo una y otra vez, pero tras agarrar su carrito salió de la habitación. 
     Había perdido la noción del tiempo, sólo veía que entraban personas vestidas de blanco, a los que por mucho que miraba no les podía ver la cara, incluso sintió pánico a creer que tenían el rostro desfigurado. Pero ninguno de ellos le respondía a nada de lo que Daniel le rogaba que le informara.
     En aquel lugar se alternaban momentos de silencio absoluto, con otros de gritos y puertas que se abría y cerraban una y otra vez. Él pensaba que podía estar en un hospital, pero no recordaba nada y lo que le daba más miedo es que nadie le respondía, parecía que él había enmudecido o que todo el mundo se había vuelto sordo.
     A veces cerraba los ojos, aunque él pensaba que no conseguía quedarse dormido del todo, pero en una de las ocasiones que lo hizo un fuerte pitido lo despertó. A continuación, muchas personas entraron en su habitación con aparatos extraños que Daniel no distinguía. Parecía que hablaban entre ellos, algo que el joven pudo percibir gracias a los gestos que hacían, puesto que los rostros no los veía, seguía viéndolos como seres desfigurados y sin voz. 
     Lo trasladaron con celeridad, por unos pasillos muy iluminados y sólo distinguía pitidos, y en su cuerpo una sensación de frío. Estuvieron con él algún tiempo, pero Daniel que no sentía dolor alguno, no entendía nada, y aunque intentaba levantarse su cuerpo no respondía ni podía comunicarse con aquellas extrañas personas.
     El joven estudiante de ingeniería cerró los ojos y cuando los abrió se vio en una especie de ataúd, por lo que entró en casi estado de shock:
     - ¡socorroooo, estoy vivo, no me enterréis!, gritó desconsoladamente, pero nadie respondía y sólo sentía un tremendo zumbido y vibraciones. Se sentía desconsolado, sólo el pensar que lo iban a enterrar vivo le dejaba ya casi sin ganas de luchar. Cerró sus ojos, pensando que ya era el fin, nadie lo escuchaba el final de su vida se acercaba.
     Pero a veces cuando el final de tu vida se acerca, un hombre puede sacar fuerzas de flaqueza, abrió los ojos y gritó con todas sus fuerzas:
     -¡¡¡¡¡ Quiero vivir, estoy vivo, miradme, estoy vivo!!!
     De repente vio con mucha más claridad, estaba en un lugar rodeado de cables, estaba en una cama y junto a él había otras personas en idéntica situación. Una mujer vestida de blanco, a la que ya le veía su rostro, le sonrió y le dijo:
     -¡ Enhorabuena, has vencido a la muerte!, y acto seguido llamó a más doctores.
     Horas después, le contaron a Daniel que había tenido un accidente con su coche nuevo, un conductor despistado se había saltado un stop colisionando con él. Pero su "pesadilla real" del coma había terminado, su vitalidad y juventud había vencido.

     La habitación de Daniel, por Manuel M.

No hay comentarios:

Publicar un comentario